Continúa el misterio de la capacidad de las aves para orientarse y seguir rutas de miles de kilómetros guiándose por el campo magnético terrestre.
Millones de aves recorren volando cada años miles de kilómetros en sus migraciones. Siguen su ruta guiadas por los campos magnéticos terrestres. Pero, ¿dónde tienen la brújula molecular para orientarse? La respuesta más aceptada es que las células con magnetita que tienen en
su pico son neuronas sensibles a los campos magnéticos que ayudan en la navegación. Pero unos investigadores han buscado y analizado esas células ricas en hierro del pico de las palomas y resulta que
no son neuronas, sino macrófagos, es decir, células del sistema inmunológico implicadas en la regulación del hierro en el organismo. Su conclusión es que hay que continuar la búsqueda porque sigue siendo un misterio la capacidad de orientación de las aves.
Los autores de este trabajo reconocen que no pueden excluir la posibilidad de que un
pequeño número de magnetoreceptores residan en una localización desconocida del pico de las palomas. Pero ellos
no han encontrado prueba alguna que apoye la existencia de un sistema sensor magnético subepidérmico formado por dentritas (terminales de las neuronas) en los lugares donde se suponía que estaban.
FUENTE: EL PAÍS
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