lunes, 13 de febrero de 2012

TE AMO CON TODO MI... CEREBRO

Hasta doce áreas diferentes del cerebro están involucradas en el sentimiento del amor.


Hasta doce áreas del cerebro están involucradas en el sentimiento del amor por lo que, según los expertos, sería más adecuado decir «te amo con todo mi cerebro» en lugar de «con todo mi corazón».

Los avances que se han registrado en las técnicas de neuroimagen han permitido determinar gran parte de los circuitos cerebrales, las estructuras neuronales y los neurotrasmisores que hacen que las personas se enamoren.

En la última década, se ha publicado un importante número de estudios que han puesto al descubierto el papel que juegan varias partes del cerebro -el hipotálamo, la corteza prefrontal, la amígdala, el núcleo accumbens o el área tegmental frontal- en el amor.

La SEN indica que estas investigaciones también apuntan a que tanto el amor como la fidelidad poseen una clara base neurológica, donde neurotransmisores como la adrenalina, la dopamina, la serotonina, la oxitocina o vasopresina son elementos fundamentales para comprender por qué las personas se enamoran.

La doctora Stephanie Ortigue fue consideró que sólo se tarda medio segundo en enamorarse, puesto que es el tiempo que le lleva al cerebro liberar las moléculas neurotrasmisoras que generan las distintas respuestas emocionales.

Descubrió además que el sentimiento amoroso provoca alteraciones neuronales en áreas del cerebro relacionadas con la percepción, lo que puede explicar el hecho de que las personas enamoradas encuentren a su pareja mucho más especial que el resto.

Gracias también a la utilización de técnicas de neuroimagen, la doctora Helen Fisher determinó que el cerebro no se activa de igual manera en las relaciones duraderas que en las etapas iniciales de enamoramiento.


Y, también, que el cerebro de los hombres y el de las mujeres experimenta el amor de forma distinta. Los hombres se enamoran con estímulos visuales y las mujeres, con la memoria.

Pero es probablemente al doctor Semir Zeki al que se puede considerar pionero en el estudio neurológico del romanticismo. Descubrió que tanto el amor como el odio, activan las mismas regiones cerebrales. Pero mientras el amor inhibe parte de las ideas racionales de esas áreas, el odio las híperactiva.

Estas investigaciones y otras muchas han sido posibles gracias al estudio de la actividad de las distintas zonas cerebrales, lo que ha permitido comprobar que el funcionamiento de la mente no sólo se limita a los procesos cognitivos.

FUENTE: ABC

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