Cada vez toma más fuerza la hipótesis de que la
vida en la Tierra no es un fenómeno único en el Universo. Pero existe también la posibilidad de que
después de desarrollarse en este planeta, quizás procedente del exterior, haya viajado también a otros lugares, como el cercano
Marte.
Esta es la teoría que plantea Ken Nealson, director del Centro para la Detección de la Vida de la NASA, que ha visitado esta semana Madrid..
De momento, ninguna misión ha encontrado nada, pero también es verdad que hasta ahora sólo han viajado hasta su superficie cinco rover teledirigidos, que han podido
recorrer un área muy reducida. Según este experto, el hecho de que
no haya tectónica de placas, como en la Tierra, ni agua en movimiento hace
más fácil encontrar los rastros de esos posibles impactos.
El hallazgo en los últimos 20 años de
bacterias que viven en condiciones poco habituales en la vida terrestre, da pie a estas hipótesis. Nealson y su equipo fueron los que encontraron entonces el grupo de la 'shewanella', microbios capaces de 'respirar' de los óxidos de manganeso o hierro y 'expirar' electrones.
No necesitan oxígeno para vivir.
Otras muchas y peculiares bacterias
se han encontrado desde entonces. En España, en las minas de Río Tinto (Huelva), se han encontrado bacterias capaces de 'comer' pirita y producir como desechos ácido sulfúrico y hierro oxidado, causantes de la acidez y color rojizo del agua. Es más, algunas de las bacterias encontradas en este lugar por científicos del Centro de Astrobiología (INTA-CSIC) han demostrado, en experimentos controlados, que serían capaces de sobrevivir en un ecosistema marciano.
Por otro lado, apunta algunas de las dificultades que habría para que un meteorito con materia terrestre llegara a Marte: "Nuestro planeta es grande y para que algún fragmento escapara de la atmósfera terrestre tendría que
ser impactado por un meteorito a una velocidad de 11,2 kilómetros por segundo, algo tan
destructivo como el que acabó con los dinosaurios hace 65 millones de años", argumenta.
Además, también es cierto, y así lo reconoce Nealson, que la fuerza de gravedad del Sol y de Júpiter, mucho mayor que la marciana, atraería a la mayor parte del material desprendido, pero
tampoco es imposible que algunas bacterias llegaran a algún lugar donde pudieron sobrevivir.
FUENTE: EL MUNDO